Que duro es olvidar...

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Que duro es olvidar, olvidar el pasado, olvidar lo ocurrido… quedarse solo con las cosas buenos de esos pensamientos que habitan en nuestra mente, que duro es obligarse a no recordar; a no recordar los momentos dolorosos, a no recordar las palabras afiladas, punzantes, cortantes y envenenadas que a veces se lanzan al pecho de otro sin ser totalmente consciente del poder que tiene una letra tras otra… que difícil es arrancárselas después…

Olvidar el dolor es difícil, muy difícil… esos momentos oscuros y terribles se graban de una forma especial, en otra “partición de nuestro disco”, se te quedan en el “sector de arranque”, en la parte más sensible del alma… son como esos molestos cortes en la punta de los dedos, que se infectan, que duelen constantemente y parece que absolutamente todo te da en el mismo lugar, que lo rozas contra todo y que por más que intentes tener cuidado no terminan de curarse, se disfrazan de poca cosa, se camuflan entre los dedos, pero están ahí, constantemente, irritándote, doliendo para que no te olvides de ellos…

Que duro es a veces olvidar…